domingo, 29 de mayo de 2016

Vivir entre milennials y criar GenZ

De la misma manera en que la tecnología ha cambiado nuestra forma de vida, las diferencias entre generaciones formadas a la luz de las TIC no sólo nos sorprenden, sino que nos obligan a reinventarnos de manera constante.

El mundo apenas comienza a entender a los milennials y las empresas, que ya los tienen en sus filas, no saben bien si amarlos u odiarlos. Pero resultas que en nuestras casas, al menos en la mía, lo que se gesta es la Generación Z (GenZ) y ésta es la versión 2.0 de los milennials.

Tanto las ciencias sociales como los amantes del marketing, coinciden en afirmar que los milennials son la generación nacida entre 1980 y los primeros años de los 90', por tanto ya tienen entre 25 y 35 años y sin duda llegaron para revolucionar el mundo.

Nuestros padres los formaron e instruyeron académicamente, pero ellos desarrollaron su propio criterio social, disfrutaron de un mundo con bonanza económica y fueron consumidores y nativos digitales en paralelo.

Se ganaron mala fama como individualistas y consentidos. Se hicieron críticos de las generaciones anteriores, desarrollaron conciencia ambiental e impusieron el disfrute como norma de vida. Crecieron entre Ipod y MySpace, chatearon por Messenger y jugaron en Playstation 1, 2, 3 , Xbox, Gameboy etc... en solitario o en línea, pero con baja interacción. Y entre Pokemon y el mundo Otaku se debatieron entre la realidad y la ficción para encontrar en su vida adulta que el cambio era una constante a la que debían hacer frente con la palabra crisis como estamento imperante.

Y mientras algunos aún se debaten entre verlos como aliados o amenazas, en muchos hogares, el mío incluido, se abren camino, a pasos agigantados los GenZ, que aunque son herederos de los milennials, han realizado un verdadero salto cuántico que pondrá al mundo de cabeza.

Los GenZ son adolescentes o adultos jóvenes. Ya están tomando las universidades y vienen con todo. Como se criaron con las bondades de la tecnología, pero en medio de la crisis financiera mundial y las amenazas del terrorismo, han desarrollado valores muy diferenciados.

Son contrastadores de información, no la esperan, la buscan y saben naturalmente dónde encontrarla. Aprendieron a hacer y a resolver desde la tecnología. Sólo necesitan un smartphone y conexión y desde allí investigan, crean, difunden y comparten.

Contrario a sus predecesores son totalmente sociales y aunque su trabajo pueden realizarlo en solitario, debaten en línea. Se incorporan a foros y piden ayuda porque creen en la democratización de la información y son pioneros en el uso del método socrático on line. Plantean la inquietud y estimulan el debate para construir sus propios conceptos, casi siempre disrruptivos y sincréticos.

Esto los hace mucho más globalizados, pero también mucho más exigentes. No se conforman, no dan nada por sentado y saben cuestionar. Le dan justo valor al dinero y procuran la seguridad, por eso prefieren Snapchat, donde todo desaparece muy rápido. Se ocupan, aunque también se preocupan, pero saben cómo transformar en cosas positivas esa preocupación y el emprendimiento forma parte de su ADN.

Saben que su futuro aún no está escrito y aprenden con rapidez con la conciencia de que aún no han sido creadas sus profesiones y que ellos mismos tendrán que diseñarlas.

Así que como padres tenemos un reto inmenso por delante, al menos así lo veo yo. Con estos chicos  autodidactas, bilingües o políglotas, globalizados y éticamente exigentes, sólo podemos dar nuestro mejor esfuerzo y enseñarles nuestro mundo, mientras ellos se adueñan del suyo.
¿Yo me atrevo, y tú?

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