sábado, 14 de mayo de 2016

El conflicto de los amerindios-caucásicos-hispanos o blancos parchas y chocolaticos

Nuestra raza es la humana, lo siento, pero si alguno de los que me lee siente que pertenece a otra raza yo no, y a sabiendas de que mi percepción está totalmente equivocada a la luz de la antropología voy a justificarme en la siguiente enseñanza de mis padres: “Todos somos seres humanos aunque seamos chinitos, negritos, blanquitos, árabes o indios”.

Entonces, llegar a comprender la categorización de las personas por su fenotipo es para mí algo profundamente complejo y las subdivisiones que se derivan de esta jerarquización lo son aún más.
Para hacerlo sencillito les explico: yo nací en el país más al norte de América del Sur, soy hispano parlante con alma absolutamente caribeña (de esas que bailan merengue y salsa) y cuerpo de europea, con dedo griego, ojos verdes y cabello de color castaño claro cenizo y rebelde, algo que en mi casa llamaban en la lengua materna “cabelo de burro a fugir”.

De donde provengo el color de piel se relaciona con la comida, por tanto tenemos chocolaticos, café con leche, blancos parcha, almendrados y  hasta poma laca.

Por tanto, cómo entender eso de división de razas en: Amerindio, identificación para cualquier persona  de América del Norte o Sudamérica; Asiático, para los pueblos originales del Extremo Oriente (China, Corea, Japón), el Sudeste Asiático (Vietnam, Camboya, Filipinas...), o el subcontinente indio (India, Pakistán, Bangladés, Sri Lanka); Negro, para quienes pertenecen a grupos provenientes de África, incluyendo a los afroamericanos o los inmigrantes procedentes de ciertas zonas del Caribe con mayoría negra; Polinesios, maoríes o isleños del Pacífico para los originarios de Hawái, Guam, Samoa o cualquier otra isla del océano Pacífico y Blancos, para quienes provienen de cualquiera de los pueblos originales de Europa, Oriente Medio, o el norte de África.

Si digo que soy blanca es mentira… el fenotipo me apoya pero la lengua y la cultura no. Si digo que soy amerindia es otra verdad a medias, la cultura  y la lengua me apoyan, pero el fenotipo definitivamente no y si digo que soy Negra por aquello de mi alma caribeña y que en la familia hay dos o tres tíos chocolaticos, me miran como loca. Entonces, ¿Qué Soy?

Esto siempre me inquietó, incluso desde pequeña, porque de donde yo vengo, al menos hasta hace unos años, el tema racial era irrelevante, existían pobres, clase media (media baja- media media y media rica) y ricos, eso sí, pero daba igual si el pobre era blanco parcha o el rico era chocolatico.
Sin embargo, ahora la situación es diferente, en mi país existe un racismo marcado de todos contra todos y una extraña xenofobia contra aquellos que tenemos raíces foráneas. Algo que dicho sea de paso es una locura porque yo no conozco ningún venezolano puro.

Cuando de manera reciente encontré a mi hija conversando sobre lo identificada que se sentía con los videos de la comediante Joanna Hausmann, nacida en Inglaterra, pero criada en Venezuela, quien se desempeña como escritora, productora y talento de la plataforma digital bilingüe de Univisión Flama, me sentí también identificada. Es muy difícil entender eso del la división de razas cuando tu genuinamente no te sientes parte de ninguna.

Y al ver a esta joven narrar con humor sus anécdotas comprendí, que la hija de una cubana venezolana y de un economista venezolano judío. Blanca parcha, pelirroja, de ojos verdes y come arepas, era muy similar a la de tantos otros nacidos en la tierra de Bolívar, que hemos salido de nuestra patria para tratar de hacer vida en otros lugares del mundo donde la raza sí importa, pero nosotros no lo entendemos.

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