domingo, 9 de octubre de 2016

Jefes tóxicos: la pesadilla que nos hace elegir

En una de esas sabrosas conversaciones que inspiran mis Momentos de Canapé alguien me preguntó por qué no había escrito nada sobre los jefes tóxicos, si 60% de mi trabajo se basaba en tratar de enmendar los efectos que ellos generan en los equipos. Y la verdad creo que la pregunta fue excelente y digna de darle respuesta.


Pensando y pensando obtuve varias hipótesis, pero creo que la de mayor fuerza es que quizás, en alguna medida, siento que todos hemos sido tóxicos en algún momento de nuestras vidas. Pero el gran reto, al menos el mío, es revisar constantemente mi actuación y evitar, a toda costa, que mi orientación a la tarea me haga perder de vista que los procesos y las actividades siempre son ejecutadas por personas que sienten, viven y se comportan como humanos, por lo tanto tienen permiso para equivocarse.

El tema sin dudas es serio, y la práctica cotidiana así como las estadísticas lo demuestran: Una encuesta realizada por la firma Gallup indica que 60% de los colaboradores afirma trabajar para jefes tóxicos y, de cuerdo a otro sondeo publicado por la revista Forbes, 4 de cada 10 jefes refleja en su actuación diaria algún grado de toxicidad. Por tanto, para intentar suavizar la materia y ofrecerle a los jefes -si alguno me lee- la posibilidad de enmendarse, mi observación y descripción sobre las 6 tipologías que he encontrado en las organizaciones va con un toque de humor.

1) El Sabroso: Dícese de aquel jefe que desea a toda costa ser popular y basa su estrategia en el fallido intento de ser jocoso en su accionar cotidiano. Totalmente confundido y sin una estrategia clara intenta o aparenta ser chistoso y entonces convierte sus intervenciones en una suerte de feedback bullying. Así se le ocurre un día preguntarle a viva voz a una colaboradora si se peleó con el peine -porque ese día no se secó el cabello-o hacer mofa del peso de otro colaborador que llegó de vacaciones con unos kilitos de más. Lo interesante es que "el sabroso" siempre consigue quién le ría las gracias, por lo que su actuación es reforzada por los propios colaboradores.

2) El Cuello de Botella: También conocido como microgerente, y cuya práctica consiste en delegar, pero no empodera y por tanto impide que el proceso fluya sin que él o ella le de el visto bueno. En realidad en este tipo de jefes operan dos racionales: a) no confían y b) se creen superiores a... de hecho en una ocasión me topé con uno que no permitía a sus empleados el envío de correos a otros departamentos desde otra computadora que no fuese la suya, esto según él, con la finalidad de garantizar la integridad de la información. Y adivinen ¿cómo era la interdependencia en su unidad?

3) El Dios: Esta es quizás la tipología más compleja, pues su preparación académica es inmejorable y su autodesarrollo admirable. Sin dudas son eruditos, y trabajar con ellos sería fantástico si se enfocaran en desarrollar a sus colaboradores en vez de esperar alabanzas o ser consejeros sin sueldo. Como saben de todo y tienen una opinión (suerte de verdad absoluta) para todo, terminan por ser percibidos como expertos en finanzas, liderazgo, coaching, manejo de naves espaciales, astrofísica, literatura interplanetaria y por si fuera poco, miembros honoríficos de la RAE y fundadores de la asociación de marketing del siglo XXII, por tanto, a la hora de entregarle un reporte o una tarea, los colaboradores se sienten en el confecionario haciendo un acto de contricción y diciendo: "señor he pecado, y estoy muy arrepentido de no tener el nivel de mi jefe".

4) El Western: Cual si se tratara de una fotografía del Oeste americano del siglo XIX, este jefe pasa los días enfrentando villanos, defendiendo doncellas y transgrediendo normas por honor. Solitario, iracundo, impredecible y armado, no le tiembla el pulso para disparar y depués preguntar, al ritmo de un silvido intenso en medio del silencio y un rollo de paja rodando por una empresa en la que los colaboradores se hacen invisibles por temor.

5) El Divazo: Su manera de actuar es extremadamente competitiva. ¿Es inteligente? Sí, y también capaz, pero su actuación se sustenta en la manipulación. Con características personales altamente relacionales, logra generar en su equipo una identificación que utiliza para convertir a su gente en generales -que como diría Sun Tzu en "El arte de la guerra"- manda a morir al campo de batalla. Tiene preferidos y establece relaciones de "amiguismo".  Sus colaboradores son súbditos predestinados a rendirle pleitesía al "King" o a la "Queen".

6) El Mentalista: Se trata de un tipo de jefe difícil de descifrar. A simple vista es inofensivo, intenta enseñar y tiene deseos de delegar y empoderar, pero se funde en sus pensamientos y perfeccionismo. Cuando pide algo no logra expresar exactamente lo que quiere de forma clara y directa porque inicialmente no está muy claro de qué es lo que quiere, así que cuando ve el resultado se le ocurre que puede cambiarlo y por tanto lo vuelve a pedir tantas veces como sea necesario para darle claridad a su mente, sin importar el retrabajo que esto genere. Ante el mentalista los colaboradores sienten que debe consultar un oráculo para descifrar la mente de su jefe. Otra de sus características, muy ligada a su perfeccionismo, es resaltar siempre lo negativo.

Trabajar con cualquiera de estas tipologías puede ser una pesadilla que nos lleve a elegir nuestra permanencia o no en la empresa. La identificación del personaje y el uso de la Inteligencia Emocional es un antídoto efectivo para no tomar decisiones vicerales. Pero... si tras leer este artículo descubres que tu jefe es una combinación de dos o más de estas tipologías, no te preocupes, todos entenderemos si sales huyendo.

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