Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) la LIBERTAD es la Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos."
Es
así como a simple vista es fácil entender que una persona es libre cuando puede
o no actuar de forma determinada, siempre
y cuando esté en capacidad de asumir la responsabilidad de sus actos.
Entonces,
el concepto de libertad se vuelve una quimera para los padres que desean
transmitir a sus hijos este precepto como un valor.
Y
aunque queda claro que nuestros hijos tienen una “facultad natural para obrar o
no de una manera u otra”, la gran pregunta que todos nos hacemos es, ¿Cómo
podemos determinar si nuestros pequeños poseen el grado de conciencia necesario
para ser responsables de sus actos?
Quizás
este sea el cuestionamiento más perturbador para todos los que buscamos formar
a nuestros retoños sobre la base de un sistema de valores familiares y sociales
en este mundo tan cambiante en el que nada
se da por sentado.
Aunque
existen montones de fuentes bibliográficas para consultar, la paternidad no tiene manuales, es una
combinación de las referencias que tenemos de nuestros padres, las conversaciones sostenidas con amigos y
parientes y un inmenso despliegue de intuición, que junto a los llamados
“instintos” terminan por marcar nuestro camino.
Por
eso, aunque suene contradictorio, la primera lección de libertad que debemos
darle a nuestros hijos es enseñarles que su elección siembre estará delimitada por
ellos mismos.
Con
mi quinceañera la cosa ha ido más o menos en estos términos. Entre los 4 y 5
años comenzamos a enseñarle independencia y le concedimos “libertad” de seleccionar su vestimenta y su
peinado. Algunas personas cercanas calificaron la acción como una locura, pues
es labor de los padres “preocuparse por la apariencia personal de sus hijos”,
sin embargo nosotros creímos fundamental dar este paso, para ir explorando el
tema de la libertad con nuestra pequeña retoña.
Por
ello le explicamos que respetábamos su opinión pero que ella también debía
valorar la nuestra y la invitamos a acompañarnos a comprar la ropa para su
cumpleaños Nº 5. Su emoción se hizo sentir y con ojos de niña grande comenzamos
el periplo de preguntas y respuestas monosílabas seguidas por un dulce “mami”.
-¿Amor,
te gusta este pantalón?
-No,
mami
-¿Y este vestido?
-No,
mami
-¿Y
esta falda?
-No,
mami
Tras
veinte piezas más, la paciencia comenzó a agotarse y entendimos que algo
estábamos haciendo mal, así que tras un coffe breack y un intercambio de
opiniones mi esposo y yo coincidimos en que era el momento
de cambiar de táctica, e implementar una nueva jugada.
-Ok
hija, parece que nada de lo que te
mostramos te agrada, entonces hagamos algo, selecciona tú lo que quieres
ponerte, nosotros te ayudamos a que cuadre con tu talla y con el precio que
tenemos programado y si te queda bien y vale lo justo lo compramos.
Finalmente
habíamos dado en el clavo. Pararon los monosílabos y se reavivó el entusiasmo.
Básicamente la niña eligió las piezas que nosotros previamente le habíamos
enseñado, pero en otros colores. Con entusiasmo comenzó a mostrarnos las faldas
o los pantalones y al final, lo que había sido una larga mañana de monosílabos
terminó en una concreta compra de 20 minutos en la que todos salimos felices.
Diez
años más tarde seguimos en la misma tónica, aún puedo salir de compras con mi
ahora quinceañera y ser “espectadora activa” de su decisión… Espero
pacientemente a que ella seleccione la pieza y salga a modelarla y tras haber
enviado una foto de su indumentaria a su mejor amiga termina por preguntarme:
-¿Qué
te parece mami, cómo me queda?
Entonces
opto por asumir mi rol y formular mis inquietudes en forma de cuestionamientos
que le permitan a mi quinceañera llegar a una conclusión sensata, no impositiva
y sobre todo considerada, valorativa y sincera.
-Me
parece que te queda bien hija, pero cuéntame algo… ¿Piensas pasar toda la
fiesta de pie, es decir, no te vas a sentar y tampoco vas a bailar? ¿Por qué no
bailas un poco frente al espejo y miras cómo te sientes con el vestido?
Y
entonces ocurre el milagro, mi quinceañera se da una vuelta con su falda
cortísima frente al espejo y descubre que su atuendo no es el apropiado para su
propósito: verse bien en la fiesta pero también poder bailar, disfrutar y
proyectar una imagen. Y entonces desecha la pieza con absoluta y total
libertad.
Educar y formar
con LIBERTAD a nuestros hijos significa enseñarles algo más que el significado
del concepto o de su resonancia como un valor. Parte del principio de no
confundir la autoridad con el autoritarismo.
Los padres podemos
hacer prevalecer nuestra autoridad cuando somos capaces de controlar la
situación sin dominarla. Debemos ser capaces de explicar nuestra posición y respetar la
opinión y posición de nuestros hijos, entendiendo que a fin de cuentas ellos
tienen la “facultad natural de obrar o no de una manera u otra”.
Nos corresponde delimitar
las actuaciones, explicarle a los hijos los riesgos y las posibles
consecuencias de sus acciones, pero también es nuestro trabajo darles la opción
de elegir, porque así nos aseguramos que ellos están aprendiendo a optar por la
alternativa correcta y poco a poco podemos desarrollar la confianza necesaria
para creer en el buen juicio de nuestros hijos y en su capacidad de ser “responsables de sus actos."
Para una formación
basada en el principio o valor de la libertad los padres debemos internalizar
que nuestros pequeños necesitan que les apoyemos en el proceso de exploración y
satisfacción de sus deseos. Si les animamos a tomar la decisión correcta
nuestros hijos aprenderán paulatinamente a asumir la responsabilidad y a
mantener abiertos los canales de comunicación tan necesarios para que podamos vigilar
sus acciones como espectadores con participación, pero sin imponer nuestra
opinión o intentar ser dictadores de su mundo.
Pero amiga, la verdad q me ha encantado esta entrada, me he reído un montón imaginandote en cada situación, sigue escribiendo que lo haces súper,
ResponderEliminarUn abrazote!
Odalis
Gracias por animarme Odalis, la idea es que a través de este espacio podamos reflexionar, pensar e incluso reir juntos... la vida es sin duda una cadena de momentos que compartidos suelen ser más gratos
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